Una y otra vez vemos cómo en muchos países del mundo se reprimen o aplastan protestas y manifestaciones en favor de la democracia, los derechos humanos y las libertades civiles. También se utilizan cada vez con más frecuencia dispositivos técnicos. El abanico de amenazas en las manifestaciones es amplio. Va desde la simple confiscación de teléfonos inteligentes hasta los registros de células de radio que pueden grabar automáticamente a todos los participantes en una manifestación.